13 octubre 2006

Clásicos en la arena o la historia de cómo SuperM se convirtió en Poseidón

No soy una mina de playa.
Me gusta el mar, claro, pero me molesta mucho toda la parafernalia playera: pelotas, sombrillas, gritos de gente... gente..., todo tipo de juguete flotante, el protector solar que nunca logro ponerme parejo y siempre termino con manchas o marcas de dedos; la arena que se te mete por todas partes, el sol que me incinera y me hace quedar color camarón, etc., etc.
Unas vacaciones en la playa están bien, pero que no sean el fin en sí mismas, es decir, que si vamos a un lugar a orillas del mar, fantástico, pero no si vamos a echar raíces en la playa durante los 15 días!. Como patagónica que soy, nada mejor que un campamento (o cabañita en su defecto) a orillas de un lago/río/laguna, montañas y bosques.
Sin embargo, SuperM es un ser marino. Nació lejos del mar por equivocación (o quizás por alguna misión especial?). El mar es su hábitat. Temperaturas que superen los 25º y él no necesita nada más. Nuestras vacaciones son difíciles de congeniar y, cuando finalmente vamos a la playa, yo soy una sola queja: "que los mosquitos, qu el sol, el protector, que me quema la arena..." y hago acrobacias para leer refugiada del sol a las 12 del mediodía bajo la sombrilla en una superficie de 50cms.
Él, en cambio, sale del mar sólo para respirar o pasear su esbelta y dorada figura bajo el sol abrasador.
SuperM siempre fue muy atlético y su destreza física combinada con su eficiencia, practicidad y concentración, le valieron el título de SuperM, digno de pertenecer al clan de los Superamigos.
Sin embargo, SuperM, este verano venció a LexLuthor, al Joker y a todos los suprvillanos juntos. Superó sus propias marcas e hizo una hazaña sólo posible de ver con el Google Earth.
SuperM, munido sólo de su Speedo y sus antiparras, atravezó el Mediterráneo y se lanzó a la conquista de los Siete Mares. Bordeando la Península Ibérica, llegó al Faro de Alejandría pero, como no hay maravilla del mundo que lo detenga, continuó su travesía hacia el Peloponeso para culminar en Creta, donde se subió al Olimpo con los demás inmortales.
A millas de allí, yo me había clavado nosequé en el pie, rengueaba mientras me quemaba el otro pie con la arena. Tenía un brazo bronceado y el otro rojo como un tomate y me había entrado una basurita en el ojo.
Poseidón, que ante todo es un gentleman, acudió en mi auxilio buceando por las profundidades del océano sin siquiera sacar la cabeza para corregir el rumbo. Me tomó en sus brazos cual doncella in dispair y me llevó a un lugar seguro. Me curó, cuidó y cocinó.
Después, creo que se fue a correr.

2 comentarios:

Helena à Paris dijo...

GRRRRRRRRRRR!!!!!!!!!! HALOSCAN DE MIE******!!!!!!!!!! DE VUELTA DESAPARECISTE!! Los comments están guardados en la página pero no puedo hacer que aparezcan!

Anónimo dijo...

Helenita, yo puteaba contra Haloscan, cuando tenía Haloscan.

Ahora puteo contra Blogger, porque tengo Blogger.

Es la historia eterna de los comentarios. Jaja.