Maman et papa

No tuve muchas oportunidades de ver una familia desde adentro pero las veces que lo he hecho, presto atencion a como los padres tratan a sus hijos, que les enseñan, como les hablan, en fin, como los educan; e irremediablemente me pregunto: cómo seré yo como madre cuando tenga los mios?

No hay escuela que te enseñe. Se hace desde el instinto, desde el amor, desde las propias inseguridades. Se toman responsabilidades gigantes y hay que ocuparse hasta de los mas minimos detalles.

Yo, personalmente, tuve la SUERTE de ser la hija de mis viejos y de que ellos hayan elegido que yo nazca en un lugar muy cercano al paraiso.

En esa cancion de Serrat donde dice "A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción", en mi caso, la satisfaccion es mia de descubrir que tengo cosas de mis viejos: el cuerpo de mi papá, la sonrisa de mi mamá, las manos de mi papá y las alas de mi mamá.

En mi casa se balancearon siempre, el "idishe mame" de mi papá ponia la mano en los bordes para que no nos golpearamos y mi mamá me decia "levantate y seguí" cuando me enseñó a andar en bici.

Mi papá me enseñó a respetar a la persona que habla en la mesa, a no interrumpir, a escuchar; mi mamá me enseñó a siempre decir lo que pienso y no callarme nada.

Mi papá me enseñó a ser tranquila y paciente, a disfrutar las pequeñas cosas de la vida, mi mamá me enseñó a volar.

Ambos nos educaron en un ambiente sano, de paz, confianza y con muchisimo, muchisimo amor. Ambos estuvieron siempre ahi para lo que necesitemos mis hermanos y yo, sea para leernos un Veo-Veo a la noche, para ayudarnos con la tarea, para responder las miles de preguntas que haciamos -aunque para mi hermano mas chico, las respuestas de mi papá eran demasiado largas!-, para llevarnos a las miles de actividades que haciamos o para hacernos un licuado de banana un dia de verano.

Al salir de un nido tan maravilloso, me pregunto si sere alguna vez la mitad de buenos padres que son ellos para mi.

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño,deja ya de joder con la pelota.
Niño,que eso no se dice,que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras
frustracionescon la leche templada
y en cada canción.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos,
que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.